domingo, 6 de marzo de 2011

Falicísimo

No se trata de un lapsus. Me explico.

Ya a Freud, el padre de este lío, se le tachó de falocentrista, signifique esto lo que signifique. En la Viena de finales del siglo XIX y principios del XX, apuntar a la sexualidad como causa de la constitución del ser, levantaba ampollas por doquier.

Es una acusación que hoy sigue vigente. Los psicoanalistas parecen tener siempre el falo en la boca. Algo así como una suerte de felación continuada a sí mismos. Felación, falacia, cefalea. O por lo menos a mi es lo que me produce. En lugar de provocarme algo parecido a una erección, me levanta dolor de cabeza.

Cuando aparece la palabra falo es normal que automáticamente nos imaginemos un pene. Pero lo que el falo del que se vale el psicoanálisis le debe al pene, va más allá del aspecto y la función del órgano en cuestión.

Es cierto que el abordaje de la sexualidad por parte de Freud supuso un parte aguas en la concepción del ser. No sin razón, el mismo abordaje de la sexualidad por parte de cada quien, supone para todo individuo, a sí mismo, un verdadero parte aguas.

Cuando un ser humano va a nacer, previamente, la madre rompe aguas, Pues bien, el nacer a la sexualidad, el diferenciarse sexual, implica un romper aguas, esta vez, de orden simbólico.

El falo viene en representación de algo que circula entre hombres y mujeres. No me refiero exclusivamente a algo que facilita el comercio sexual (falicita diría el que titula la entrada). Si no a algo que permite que unos y otras, unos y otros, unas y otras,  deseen.

El falo viene en representación de algo que falta. Lo que circula. Con lo que se desea. Para que se pueda desear, algo debe faltar. Si te acabas de dar una comilona (postre incluido), probablemente te sientas satisfecho y no quieras comer nada más. Pero quizá un café..., o un cigarro si es que aún fumas..., o un paseo..., o una buena conversación..., o, ¡por el amor de Dios!, ¡una buena siesta!.

Visto así, más que un apéndice, el falo parece un lugar. Un espacio que habilita un deseo. Normal que digan que los psicoanalistas ven falos hasta en la sopa, pero bueno, es que habrá a quien le guste la sopa más espesa.

Un lugar que se presta a ser ocupado por algo que en un momento determinado deseamos para más tarde, más pronto que tarde, quedar de nuevo expedito.

¿Acaso conocen ejemplo mejor que el pene de algo que en un momento dado parece gritar aquí estoy yo para que al poco tiempo (habrá quien aquí alce la voz) no haya quien al llamarlo logre que se de por aludido?

Es sólo una manera de expresar algo para nada facilísimo. Contar con que lo que nos puede realizar sea algo que no permanece, no es sencillo. O si no que se lo digan a cualquiera que se esté analizando.

2 comentarios:

  1. Que circule, y que lo dejen circular, que lo esperen, que lo fantaseen, que lo deseen, que lo añoren, que lo extrañen, que crean que lo tienen, que crean que lo son, que sueñen con serlo, que se aprendan las relgas para que puedan jugar (si es que quieren), que las rompan, que las ignoren, que las respeten, que lo interpreten, que lo hablen, lo proyecten y lo introyecten en la espesa sopa, y que lo disfruten con un buen café al estilo John Wayne, con un cigarrillo recien liado de buen tabaco.

    Un saludo
    Maldición, se añoran aquellos cafés, con tabaco, después de la comida antes de volver a entrar a clases.

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  2. Pero, ¡por Dios!, que no se empeñen en serlo. Ser o no ser, mejor no ser. Mejor disfrutarse(r).

    Gracias Antonio por tus comentarios y por añorar.

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