jueves, 17 de marzo de 2011

Naufragios invertidos

(Lástima que en la foto el reflejo de las personas no coincida con el reflejo del barco. Hubiera sido una notable metáfora de lo que quiero decir).

Un naufragio presupone un accidente al que le sigue un irse a pique, un hundimiento, para finalmente quedar los restos sumergidos en las profundidades.

A lo inconsciente se le asimila con lo profundo, y a la psicología que se empeña en su develamiento, se la denomina psicología profunda. No considero un psicoanálisis como ninguna psicología, pero algo de profundo, de abismal, de ajeno por el medio en que se produce, sí tiene lo inconsciente.

Cuando algo surge en análisis trae los ecos de un tiempo remoto, como si hubiera sido rescatado de un naufragio en el que no tomamos parte. Extrañamente, en el momento de nombrarlo, se asume como propio. Al nombrarlo nos nombramos, y sabemos que estuvimos allí sin necesidad de recordarlo.

Nos sabemos gracias a algo que por permanecer oculto nos resulta extraño. ¿Qué puede llevar a un análisis sino la sospecha? Lo extraño ya nos habla de algo señalable, da ciertos indicios que dirigirán la búsqueda.

Se acusa al psicoanálisis de intensificar los síntomas. De producir en quien se analiza el efecto mosca tras la oreja. Es cierto que el tratar de agotar una posición ante la vida que nos estorba para poder asumir otra distinta, trae consigo una especie de resistencia. Un quiero y no puedo. Una lucha que hace más visible el trastorno.

Y es cierto que una relación en la que se ha asumido una posición que a partir de un momento dado (o desde siempre) provoca sufrimiento, tenderá a la ruptura. Más aún si un psicoanálisis está en marcha. Por su intermedio, los restos olvidados, al actualizarse en un discurso, hablaran al que se analiza del camino que le condujo a ese lugar del que ya reniega. Y al emerger, harán zozobrar el barco, provocando una crisis. Haciendo naufragar, malogrando, los entramados que fijaban la relación a un buen puerto.

Nadie puede aseverar que un barco a la deriva termine por naufragar. La posibilidad de alcanzar otro puerto en el que recalar, para poder después seguir navegando es del todo cierta. Hablo de la oportunidad de hacer que la relación funcione de otra forma, de otras formas. Del dejar de verse uniformado a una postura que haga en-callar la relación.

Por si aún alguien no lo sabe insistiré en ello. La palabra crisis habla de separación, de rompimiento, pero también de reflexión, de análisis, de crecimiento.

Parece que el saber acarrea peligros, por suerte nunca sabremos demasiado. Al menos no lo suficiente para ponernos en peligro. Siempre podremos contar con un saber no sabido que nos permitirá no quedar encallados.



5 comentarios:

  1. Me encanta eso de "crisis como reflexión, análisis y crecimiento", y quién no está en análisis es capaz de identificar una crisis como punto de reflexión y análisis???
    me siento afortunada de poder creer y sentir que una crisis en una relación, (por ej.), trae consigo algo de uno mismo que puede hacer que veas desde un punto muy distinto, sobre todo sentirlo desde un punto muy distinto a cómo se analizaban antes las cosas en mi cabeza, es una liberación, sin olvidarnos del "cojonerismo" de la mosca....

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  2. Sin duda que el psicoanálisis no puede arrogarse la exclusividad en este punto. Pero, aquellos que sabiendo que algo no va, no pueden identificarlo, se beneficiarían de un espacio propicio para ello como es un psicoanálisis.
    Gracias por tu sincero y potente comentario.

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  3. Adriana Fernández19 de marzo de 2011, 16:26

    Cuando el recorrido nos permite avizorar otros puertos, la deriva se transforma en posibilidad. Algo del orden de la confianza se oferta de brújula y el timón se torna maleable, liviano, potente.

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  4. Vale ya de hacernos pensar, que no está el horno para bollos. Ya en serio: gracias.

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  5. Mi estimado Manuel, difiero en el punto de no considerar al psicoanálisis como psicología, ya que me parece es bastante psi, y bastante logo en cuanto a la explicación ordenada de los fenómenos inconcientes, pulsionantes e irracionales, desde la oscuridad de la falta estructurante hasta la superficie, y de vuelta si es necesario, que no concuerde con la psicología institucional capitalista que impone su doctrina de poder, sometimiento y control, ya es otro asunto. Como sea, me agrada la metáfora, sobre todo lo que mencionas acerca de los ecos del naufrafia del que no tomamos parte. veo que tienes tiempo inactivo, espero te acompañen buenos tiempos elaborativos. Un saludo!

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