Escribo esta breve entrada a la vista de unos cuántos años que han pasado desde la última publicación. Años de práctica, de lectura, de enseñanza, de experiencia y de cuestionamiento, que han terminado por sacar el pero de la jugada, psicoanálisis de entre los interrogantes y por cuestionar principalmente el ¡por supuesto!
Cabría mantener el pero únicamente si sirve para interrogar el por supuesto, del siguiente modo: Psicoanálisis, pero…, ¿por supuesto?. La interrogación habría pasado del primer término, psicoanálisis, al último, por supuesto, que cambia de signo. Del ánimo de espantar el juicio fruto del desconocimiento al cuestionamiento de los postulados de siempre. La atención al igual que la interrogación pasa a lo consabido.
Los desfiladeros del significante por los que el sujeto habrá de pasar no son presumibles y sin embargo se practica como si lo fueran. La escucha gobierna, la interpretación construye y el sujeto pasa, pero si es sobre la escucha que hay gobierno, la interpretación se da ya construida y el sujeto, en lugar de pasar, acaba por identificarse al analista. Ahí se queda (de aquí soy).
Dar por supuesto lo que se escucha no es una escucha analítica. Lo analítico se pierde en el empeño por hacer pasar lo dicho por donde se lo espera. Por lo tanto, no hay análisis de lo previsible.
La oportunidad de que el psicoanálisis siga teniendo lugar pasa por que se escuche lo que está pasando o por pasar y, se abandone la posición de esperar lo que se presume se va a terminar escuchando. De eso de-pende el sujeto supuesto (por) saber.